domingo, 10 de mayo de 2009

::::::.....C E g O....:::::::





Hombre, de rostro frío, ojos de angustia, y corazón de terciopelo, camina por el desierto sin un rumbo claro, sin saber lo que busca, sin saber que es en realidad lo que quiere, sin que la sed, las alucinaciones, y sus pies de viva carne lo detengan.
No hay respiro a su alrededor, solo una sombra delgada pero bastante oscura lo seguía, aunque ya estaba acostumbrado a ella, así que prácticamente no la percibía, en la mas absoluta soledad, el mas profundo silencio, hasta sus pensamientos podía escuchar con claridad, aunque estos mismos no eran claros, sino que bastante confusos, y tan oscuros como su sombra, que en este ultimo tiempo se había oscurecido aun mas, se contradecían cíclicamente uno tras otro, podía ser por el calor, o la desesperación de no saber donde estaba, de no tener agua para mojar sus partidos labios, o un insignificante trozo de pan que tantas veces desprecio y que hoy podría salvarle la vida, hasta que intento no pensar y solo caminar, poner la mente en blanco y dejarse llevar, que su mente no hiciera el trabajo y el desgaste, que lo hicieran sus piernas, que estas lo llevaran donde fuera, y como fuera.

El objetivo no estaba claro, porque no había objetivo, no encontraba razones, y tampoco respuestas a sus interrogantes de siempre, sin saber que hacer, que buscar, o simplemente porque luchar, porque vivir, porque morir, porque simplemente agonizar día a día para tan solo existir. Trato durante días en tan solo caminar, sin pensar en nada, pero no pudo, siguió pensando en que no tenia que pensar, y mientras mas lo hacia, mas pensaba, y su angustia crecía, lo desbordaba, apretando sus manos, cayendo al suelo una y mil veces, rogando encontrar la salida, estremeciendo su cabeza torturada, caía nuevamente sin fuerzas, sin lagrimas, sin ira, al suelo, al calido suelo, el que tantas veces había recibido este mismo insignificante cuerpo de hombre con tiernos brazos, hoy estos mismos tiernos brazos parecían ausentes, ya que los golpes que recibía al caer, nunca antes los había sentido.

Desesperado grito tan alto que cayó casi muerto en la espesa arena, quedo frente a frente con la luna, y una lagrima casi seca broto pronto de su rostro, detrás de esta vino otra, y luego las demás, hasta que en llanto las tímidas lagrimas del desierto se convirtieron, la luna lo miro sin saber que hacer, expresaba tanto dolor que hasta ella no supo que decir, y espero, para quizás así poder saber que era lo que aquejaba a este extraño hombre de tosco rostro, y mirada altanera, quizás alguna palabra salía de su boca, que estuviera entrelazada con lo que lo aquejaba, para así poder entregar algo de su claridad, tranquilidad, y seguridad que la luna posee, porque al mirarla en el desierto o en el campo esta deslumbra, llena cada espacio y cautiva la mirada de cualquiera, y aunque mas de alguien la pueda estar mirando, se puede sentir que ella te mira solo a ti, complicidad, solo a ti.

Pero de el ni una palabra salio, de su boca lo mas que podría salir en ese momento era su propio respirar, lento, y casi nulo respirar. Gasto tanta energía en el llanto, y en su ultimo grito que con este se durmió. La luna cobijo sus sueños, y no quito sus ojos de el, ni siquiera un instante, algo de el la cegó de cualquier otro ser que en ese instante la mirara, algo de este extraño hombre de aparente frío pensar, y ceño despectivo la enamoro. Estaba dispuesta a pasar su vida entera cobijando sus sueños, aunque solo esto fueran, sueños.

Ella no supo porque este hombre le produjo este extraño sentimiento, el no tenia nada especial, y además si de hombres doloridos que luchan día a día con sus problemas y tratando de no pensar en ello, con la misma soledad del desierto, y con la misma impotencia del no saber que hacer, y que pensar este mundo esta lleno.

Pero la luna lo quiso a el, aunque tan cegado de todos sus males estaba, que a ella nunca la vio, a pesar de que hasta la noche que agonizo esta vigilo sus sueños, y aunque fue la noche mas corta de su vida que recuerde, lucho para que esta no terminara, pero los ciclos son eternos, y a pesar de lo poderosa que en la oscuridad pueda ser, no pudo con la oscuridad de su hombre. Se tuvo que conformar con ser la ultima en acariciar su pelo, y rostro húmedo, con algo de agua y sal que cayeron de sus confusas y apagadas estrellas.